Litio, la fiebre del oro blanco

La irrupción de los coches eléctricos ha convertido la búsqueda de litio en una carrera contrarreloj. Ya es fundamental para las baterías de los móviles, pero sus usos aumentan. Por eso es uno de los recursos naturales más cotizados y menos explotados. Hasta ahora. Por David López

 

Ha sido bautizado como el ‘oro blanco’. Ensalzado por el banco de inversiones Goldman Sachs como «la nueva gasolina». Etiquetado por la prensa económica como «la materia prima más caliente en el radar de los inversores».

Desde el Deutsche Bank anuncian la llegada de una nueva ‘era’: la suya. Y se apuesta ya a que puede convertirse en la llave, en el elemento clave, de ‘la revolución verde’ del almacenamiento de energía.

Vista de las piscinas de evaporacion de salmuera de la planta de litio en Llipi.

 

Pero nada de todo eso podía siquiera imaginarlo el joven químico sueco Johann Arfvedson -hijo de una próspera familia burguesa de comerciantes- cuando hace justo 200 años, en 1817, navegó desde Estocolmo a la vecina islita de Utö, famosa por sus minas de hierro, las más antiguas del país. De allí se llevó un pedazo de petalita, el mineral que después analizó en el laboratorio que le prestaba su maestro Jöns Jacob Berzelius. Y allí descubrió un nuevo metal ligero, «un componente alcalino», como lo describieron en sus diarios de trabajo, al que definieron como lithio, ‘piedra’ en griego, y que desde entonces pasó a la historia en la tabla periódica convertido en lithium, un metal blando, de color plata en su forma pura, que convertido en carbonato de litio, en polvo blanco, es un perfecto conductor, almacenador y transmisor de energía. El ingrediente fundamental de las baterías de los aparatos electrónicos hoy. El responsable de la larga o escasa vida de nuestros teléfonos móviles. Si se lo hubieran dicho a Arfvedson, le hubiese sonado a ciencia ficción.

Trabajadores cargando sacos de borax, otro elemento que abunda en la superficie del Salar de Uyuni. El borax es usado en la elaboración de detergente entre otros.

 

Fiebre desatada

El litio es abundante en la naturaleza. Pero su extracción, hasta ahora, no se había convertido en una carrera contrarreloj. El mundo no necesitaba tanto litio para sus gadgets. El culpable de que se haya disparado la fiebre del oro blanco es el empresario y visionario sudafricano Elon Musk. Su compañía de coches eléctricos Tesla ha probado que una automoción independiente de los combustibles fósiles es posible. Que hay vida más allá del petróleo y que es real ya.

Hasta ahora se utilizaba el litio para numerosos fines: baterías recargables, esmaltes para cerámicas, para fabricar aluminio, para el vidrio. Incluso las sales de litio se usan como fármacos para tratar enfermedades mentales como el trastorno bipolar. Pero no se había recurrido a él como esa gran fuente de energía, a pesar de que ya en los años setenta, tras la primera gran crisis del precio del petróleo, la empresa estadounidense Exxon invirtiese en la investigación de baterías de iones de litio como alternativa. Los precios del crudo se estabilizaron y su desarrollo se frenó.

Planta experimental de carbonato de litio en la planta de Llipi. Entre el 50% y el 70% del litio del planeta esta concentrado bajo la superficie del salar boliviano.

 

La producción mundial es de 40.000 toneladas al año. La demanda es ya de 180.000. Y llegará pronto a 500.000

Hoy, el coche eléctrico es una realidad. Y no solo Tesla lo impulsa. China planea contar con cinco millones de estos vehículos en 2020 y países como Austria, Holanda, Noruega o la India prevén prohibir a medio plazo las ventas de los coches tradicionales. A partir de ahí, las baterías de litio podrían extenderse también a otros usos, como las viviendas. Poseer litio será una necesidad. Comerciar con él es ya un gran negocio. Pero primero es necesario extraerlo de la tierra.

La producción mundial de litio apenas supera hoy las 40.000 toneladas, a pesar de que el sector ya demanda más de 180.000 al año y las previsiones apuntan a que oscilarán entre las 500.000 y las 800.000 en 2025. De ahí que en 2015, cuando se desató oficialmente la carrera del litio, se duplicase. Australia, con 14.300 toneladas, es el principal productor, seguido por Chile, con 12.000, y Argentina, con 5700. El triángulo de países que forman en Latinoamérica Chile, Argentina y Bolivia se conoce ya en el sector como ‘la Arabia Saudí del litio’, porque allí se concentran tres cuartas partes de sus reservas mundiales, aunque su extracción, salvo en Chile, apenas ha comenzado.

Planta piloto de baterias de litio en la ciudad de Potosi.

 

España, en el banquillo

También a Europa ha llegado esta fiebre. Nuestro continente consume una cuarta parte del litio mundial, pero apenas produce un dos por ciento. Hoy existen prospecciones en marcha en países como Portugal, la República Checa y Alemania, donde se han encontrado ya grandes reservas. España, de momento, vive al margen de la carrera, en el banquillo. Según los últimos datos del Instituto Geológico y Minero, de 2014, no hay producción de litio ni un inventario de su posible existencia. Solo se sabe que hay ambligonita y lepidolita, dos minerales que poseen litio, en las provincias de Salamanca, Cáceres, Badajoz y Pontevedra.

Carrera no, maratón

Pero esta no es una carrera como aquella cinematográfica fiebre del oro americana de bateadores con el agua hasta las rodillas buscando pepitas doradas. Es una maratón para grandes competidores. La producción de litio es lenta, requiere años extraer el metal de las piedras y aún más el polvo blanco de las salinas, como en el chileno desierto de Atacama. Y necesita sobre todo inversiones millonarias. El resultado es que hoy existe un oligopolio del litio dominado por cinco grandes productores que controlan casi el 90 por ciento del negocio: la chilena SQM, las norteamericanas FMC Corp y Albemarle, la australiana Talison y la China Tianqi Lithium.

Salar de Uyuni, el desierto de sal mas grande del mundo. Bolivia.

 

Cinco grandes productores controlan casi el 90 por ciento del negocio en el mundo

Cinco gigantes que pueden condicionar un mercado no exento de riesgos. Porque, aunque el litio es abundante, tienen capacidad sobre los precios. E incluso existe la posibilidad de que pudiesen morir de éxito. de que llegue a haber tanto litio que no sea necesario porque la investigación continúa avanzando y las baterías pueden mejorar e incluso llegar a no necesitarlo. El propio Musk ha repetido ya varias veces que no le preocupa este panorama, que habrá y conseguirá el litio que necesita porque su presencia, dice, es mínima en sus baterías. «Es solo la sal que se añade a una ensalada», lo define él. Mucho menos grandilocuente y atractivo, claro, que llamarlo ‘oro blanco’. Y sobre todo mucho más útil si se quiere ahuyentar a los grandes inversores y especuladores para que su precio no continúe duplicándose. Como si aún fuese solamente aquel polvo blanco que el joven Johann Arfvedson logró aislar tras pasear por Utö.

EL LITIO EN EUROPA

Alemania y la Républica Checa

Zinnwald, al sur de Dresde, antigua mina de zinc, se ha convertido en el epicentro de la extracción de litio en Alemania. El otro país europeo con más potencial para la producción de litio es la República Checa. Un sondeo geológico realizado el año pasado confirmó que en Cínovec, al norte del país, hay casi 1,5 millones de toneladas.

Silos de conservacion y almacenaje de compuestos en la planta de litio del salar de Uyuni.

 

LA ‘OPEP’ DEL LITIO

América latina: Chile, Argentina y Bolivia forman el ‘triángulo del litio’. Sólo Chile lo explota abiertamente. En Argentina empieza a liberarse el sector. Bolivia no permite la explotación a extranjeros.

Australia: Se extrae allí desde hace 25 años. Posee unas reservas de solo dos millones de toneladas, pero es uno de los principales productores. Sus empresas hacen prospecciones por todo el mundo.

China: Posee reservas de siete millones de toneladas, aunque aún no las explota. Su producción anual es de solo 2000 toneladas e importa de Australia la mayoría de lo que consume. Es el mayor consumidor del mundo de litio.

Instituto Geológico y Minero de España.

Litio, la fiebre del oro blanco

 

 

14 mayo, 2021

Aquí antes había un bosque, ahora parece Marte. Minas ilegales de estaño en Indonesia

En este lugar desolado comienza la fabricación de su móvil. De la isla de Bangka (Indonesia) sale un cuarto del estaño que circula por el mundo. La demanda de este metal, clave para la revolución tecnológica, ha devastado una región paradisiaca donde 300.000 mineros ilegales buscan ese filón que les permita subsistir.

 

 

Una historia de 300 años

Casiterita, del griego kassíteros. Así se llama la forma mineral del óxido de estaño, cuya mayor reserva mundial es la isla de Bangka. Comenzó a explotarse hace más de 300 años, pero fue hace dos décadas, con la popularización de los móviles, cuando la demanda se disparó. Hoy, tres cuartas partes de esta isla que inspiró a Joseph Conrad el escenario de su novela Lord Jim han sido ‘lavadas’ en busca del preciado metal.

 

El estaño hecho carroña

El grueso del negocio está en manos de la estatal PT Timah, pero miles de personas practican la minería ilegal. Cuando la compañía da por agotado un yacimiento y retira sus excavadoras, los mineros artesanales se lanzan a por los restos de casiterita que puedan quedar. La mayoría llega desde alguna de las otras 17.507 islas del archipiélago indonesio para, con picos y palas, rascar los pozos sin descanso.

 

‘Mad Max’ del subdesarollo

La isla está salpicada de lagos artificiales como este. Los crean los propios mineros porque el agua es clave para extraer de los sedimentos este mineral de granos diminutos y dispersos. Con mangueras dragan arena y grava a la superficie, donde separan el mineral. Desde sus precarias balsas, al estilo de una secuela pobre de Mad Max, pueden llegar a obtener unos 17 kilos de estaño al día para ganar 90 euros en una región donde casi la mitad de la población vive con unos 2 euros diarios.

 

Morir en un pozo

El peligro de deslizamientos es constante y las muertes de mineros, habituales. Indonesia, segundo productor después de China, extrae 70.000 toneladas al año. Al margen de las tecnológicas, el estaño es clave en la industria conservera y se usa para fabricar dentífricos, jabones, perfumes, aditivos y colorantes, plásticos, envases, cañerías, plaguicidas, pinturas, repelentes… Su reciclaje posterior es clave: por cada tonelada reutilizada se evita la emisión de 2,15 toneladas de CO2 a la atmósfera

 

Desastre en tierra y mar

La vegetación que cubría esta isla formada en el Triásico está siendo arrasada por la minería. El desastre también se extiende al mar, donde los buscadores remueven el fondo a la caza de mineral. El azul turquesa de sus aguas es hoy un pestilente marrón. Los corales mueren por la acumulación de cieno, los peces se alejan y los pescadores se suman a la legión de mineros. Y la cosa va para largo: el subsuelo de Bangka aún contiene más de un millón de toneladas de estaño.

 

La responsabilidad del comprador

La jornada termina al atardecer, tamizando arena y grava para ver cuánta pasta de casiterita han conseguido recoger. De su pureza depende el precio por gramo que les pagan por su mineral ilegal. El estaño acaba en las fundiciones que lo exportan eludiendo la trazabilidad sobre su origen. A diferencia del estaño africano, considerado mineral de conflicto, las empresas que compran a Indonesia no están obligadas a conocer su origen.

Aquí antes había un bosque, ahora parece Marte: ¿cómo ha ocurrido?

14 abril, 2021

Estos 17 elementos de la tabla periódica construyen el mundo

Son 17 elementos de la tabla periódica: gadolino, itrio, escandio… muy apreciados por sus increíbles virtudes magnéticas, conductoras y luminiscentes.

 

Los 17 elementos de la tabla periódica que construyen el mundo

1. Sc. Número atómico 21. EASCANDIO. Lo utilizan los aviones y también la industria armamentística.
Y. Número atómico 39.

2. ITRIO. Las bombillas de bajo consumo de casa llevan este componente. También las motocicletas.
LA. Número atómico 57.

3. LANTANO. Se usa para la construcción de teléfonos móviles y las lentes de las cámaras.

 

4. Ce. Número atómico 58. CERIO. Los cristales de precisión son tallados con cerio. También lo utilizan las refinerías del petróleo.

5. PR. Número atómico 59. PRASEODIMIO. Es un componente de la fibra óptica. También se utiliza en la construcción de aeronaves y pantallas de televisión.

6. ND. Número atómico 60. NEODIMIO. Lo llevan los discos duros de los ordenadores, también los motores de los coches eléctricos.

 

7. PM. Número atómico 61. PROMETIO. Fundamental para la industria nuclear y para el suministro de electricidad a sondas espaciales y satélites.

8. SM. Número atómico 62. SAMARIO. Se usa en la fabricación de cerámicas, vidrios absorbentes de rayos infrarrojos y en las centrales atómicas.

9. EU. Número atómico 63. EUROPIO. Se necesita para construir algunos tipos de láser y las pantallas de televisión y de los ordendores.

 

10. GD. Número atómico 64. GADOLINIO. Lo esconde tu microondas, los sistemas de audio profesionales, y los reactores nucleares.

11. TB. Número atómico 65. TERBIO. Se usa para construir aparatos electrónicos y activa la producción del color verde en las pantallas en color.

12. DY. Número atómico 66. DISPROSIO. Puede ser usado como láser y lo llevan los discos duros del ordenador.

 

13. HO. Número atómico 67. HOLMIO. Es el menos empleado de la tabla. Se usa en la fabricación de algunos dispositivos electrónicos.

14. ER. Número atómico 68. ERBIO. Los ingenieros lo utilizan como filtro fotográfico, como amplificador de fibra óptica.

15. TM. Número atómico 69. TULIO. Se incluye en aparatos microondas. Se cree que podría ser una nueva fuente de energía.

 

16. YB. Número atómico 70. ITERBIO. Este material, combinado con el aluminio, se usa para la fabricación de fibra óptica.

17 LU. Número atómico 71. LUTECIO. Puede encontrarse en televisores en color, cristales y bombillas led.

 

Estos 17 elementos de la tabla periódica construyen el mundo

14 marzo, 2021

Mineros del Coltan. Los verdaderos esclavos del móvil

El coltán, mineral indispensable para la fabricación de los móviles, está manchado de sangre…

Donde los móviles matan

En Europa, un consumidor no puede saber si su móvil está “limpio de conflicto”. El Parlamento Europeo votó un reglamento tildado de «insuficiente» por las ONG presentes en el Congo. Entre ellas, la española Alboan (alboan.org), que  ha lanzado algunas campañas para concienciar sobre esta realidad a los usuarios de estos dispositivos.

Excavar en la ignorancia

En el Congo, más de dos millones de personas, como estos adolescentes que inician su jornada en Rubaya, se dedican a la minería artesanal. Muchos no saben ni para qué sirve el coltán. Del mismo modo, la mayoría de usuarios de móviles en el mundo desconocen que estos usan coltán y que alimentan conflictos como el del Congo, donde casi seis millones de personas han muerto en las dos últimas décadas.

Contrabando sin control

Los mineros cargan el coltán ladera abajo hasta la localidad de Rubaya. Allí se pesa e identifica cada saco y se envía a Goma, capital de Kivu Norte. Desde su aeropuerto despegan a diario decenas de aviones sin matrícula hacia Ruanda ante las narices del personal de la ONU, que tiene desplegados en el Congo -uno de los países más corruptos del planeta- a más de 20.000 militares, su mayor misión de paz en todo el mundo.

Minerales libres de conflicto

Las organizaciones que denuncian el comercio de coltán «manchado de sangre» recibieron un espaldarazo en 2010. Ese año, Estados Unidos aprobó la Ley Dodd-Frank, que obliga a las empresas que operen en ese país a garantizar que ninguno de sus componentes proviene de minas que no hayan sido certificadas como “limpias”. La norma fue un duro golpe para la minería congoleña, pero empujó al Gobierno de Kinshasa a revisar el sector.

El horror de los que se quedan en casa

Por el día, en el campo de desplazados solo quedan mujeres y chiquillos. Los varones raspan la montaña, mientras sus familias quedan expuestas en un país donde más de 100.000 mujeres son violadas anualmente y las atrocidades contra la infancia son una plaga. «He visto bebés de menos de un año violados de un modo que no puedo describir», asegura Desiré Munyali, cirujano y forense congoleño.

Hormigueros para una guerra

Rubaya: la mayor mina de coltán del planeta. Cada día, 5000 mineros excavan este hormiguero al este del Congo, en una región que el Gobierno disputa a 26 grupos armados y que alberga el 80 por ciento de las reservas mundiales de coltán. Los rebeldes usan las canteras bajo su control para financiarse. Sin el coltán -creen los analistas- el conflicto que desangra el país desde 1994 hace años que habría perdido intensidad.

 

Huir de una guerra que ‘no existe’

Según Médicos sin Fronteras, más de diez años después del final oficial de la guerra, en el Congo hay casi 3 millones de desplazados. Solo en la provincia a la que pertenece Rubaya hay 14 campamentos como este. Desde 2003 ha habido dos elecciones presidenciales, pero la violencia es ya un modus vivendi para miles de personas. En gran medida, debido al coltán.

Donde los niños cavan sus propias tumbas

Son las 17:30 horas y un joven sale de una galería con su ‘cosecha’ de coltán. Lleva bajo tierra desde las 6:00. La mitad de los mineros son menores -los hay de 8 años-, que excavan las estrechas galerías donde el gas carbónico se impone al oxígeno a 50 metros de profundidad. Las muertes por asfixia o aplastamiento son parte de la rutina. También las jornadas de 14 horas, 7 días por semana, para ganar 2 dólares diarios en una mina que produce 20 toneladas por semana. Es decir: 8 millones de dólares en el mercado.

Cómo limpiar su coltán

Los rebeldes controlan minas, pero también las rutas de contrabando hacia Ruanda. Desde allí el mineral se envía a fundiciones en Asia, donde se refina, se mezcla con el de otros países y se vende a las empresas tecnológicas. Así, este es el punto clave para rastrear el origen limpio del coltán. Iniciativas como el Conflict-Free Smelter Program [Programa de Fundiciones Libres de Conflicto] ayudan a las compañías que lo deseen a certificar la limpieza de su cadena de suministro.

Y todo por un poco de polvo…

El coltán es una mezcla de dos minerales: columbita y tantalita, de los cuales deriva su nombre. Su alta conductividad y su resistencia al calor y la corrosión lo han convertido en un material imprescindible para fabricantes de móviles, tabletas, televisores, GPS, cámaras fotográficas, aviones, drones, cohetes espaciales, reactores nucleares, satélites…

Al menos casi todo el que sale del este del Congo (RDC), su gran reserva mundial. Allí, la mitad de los mineros son niños explotados por grupos armados que se financian con el contrabando de este material.

Las fotos corresponden al reportaje fotográfico realizadas por Iván Benítez para ALBOAN en el Congo (RDC) en 2014.

https://www.xlsemanal.com/actualidad/20180203/mineros-del-coltan-esclavitud-los-verdaderos-esclavos-del-movil.html#imagen-1

14 febrero, 2021

Minas de oro en Venezuela: matanzas, miseria e impunidad

En un país que se hunde, a muchos venezolanos no les queda otra opción que trabajar en las minas de oro. Matanzas, miseria e impunidad definen este lugar regido, dicen los lugareños, por «la ley del oro y el plomo». Venezuela, descenso al infierno… Por Fernando Goitia / Fotografías: Ignacio Marín

 

Minas de oro en Venezuela: descenso al infierno

Amputación o bala

Bajo las mafias, el robo se castiga con amputación o disparos en las manos, como le ocurrió a este hombre. Asesinatos, desapariciones y el hallazgo de fosas comunes son habituales en una región que desde 2016 ha vivido no menos de 12 masacres. Hace poco, una cabeza humana apareció dentro de una bolsa en la plaza central de El Callao, al sudeste de Caracas, junto a un escrito que advertía de que los ‘tributos’ «deben pagarse en oro los días 15 y 30 de cada mes».

Minas de oro en Venezuela: descenso al infierno

El gobierno ‘está en el ajo’

La Policía identifica a miembros de un ‘sindicato’. A pesar de la imagen, muchos de estos grupos controlan las minas de oro con la aprobación del Gobierno y gozan de impunidad. Testimonios recogidos por Human Rights Watch revelan pagos a agentes y presencia de altos funcionarios en las explotaciones, lo que ha llevado al opositor Juan Guaidó a solicitar a la UE que vete el oro de la minería informal porque, argumenta, «financia el ‘paraestado’ del presidente Maduro».

Minas de oro en Venezuela: descenso al infierno

Topo y carnicero

Anaís Montilla perdió a tres de sus hijos en una masacre en marzo de 2016, cuando 28 personas fueron asesinadas en el interior de una mina por el ‘sindicato’ de El Topo. La sola mención de su líder, exparamilitar en Colombia, provoca escalofríos en los lugareños. Dicen de él que trocea cadáveres con motosierra y echa los pedazos a los cerdos. Los cuerpos de los hijos de Anaís fueron transportados en camión, derramando sangre por la carretera, sin que nadie se atreviera a detenerlo.

Minas de oro en Venezuela: descenso al infierno

La fiebre del oro

Venezuela no vive solo del petróleo. Es también la cuarta mayor reserva mundial de oro, además de contar con diamantes, níquel, cobre, coltán… El Arco Minero del Orinoco es el epicentro de la producción, incentivada por el presidente Nicolás Maduro desde 2016 ante la debacle económica de su país. Los 40.000 mineros que había en 2012 -un año después de que Hugo Chávez nacionalizara las minas- son hoy cerca de medio millón, entre hombres, mujeres y niños.

Minas de oro en Venezuela: descenso al infierno

Más rentable que la coca

Los mineros con menos recursos trabajan de manera medieval, como este grupo a cuya veta descienden sin protección. La mayoría, sin embargo, usa máquinas, motobombas y mercurio, que deforestan y contaminan. Hay unos 1800 pozos en la Amazonia venezolana. A estas precarias condiciones, se une el terror impuesto por los ‘sindicatos’, grupos armados que disputan cada filón con las guerrillas del ELN y disidentes de las FARC. Según la inteligencia colombiana, para estos grupos la minería ilegal de oro ya es más rentable que la coca.

Minas de oro en Venezuela: descenso al infierno

Oro de sangre

En un país donde el salario mínimo no supera los 3,35 euros, un gramo de oro, a 45, es un tesoro. O, más bien, podría serlo si los mineros no tuvieran que pagar al correspondiente ‘sindicato’ el 80 por ciento de lo que extraen. Se trata de oro que, en su mayor parte, escapa al control del Banco Central, ya que sale ilegalmente hacia Miami, Turquía, Emiratos Árabes o Suiza. Human Rights Watch ya habla de ‘oro de sangre’.

Minas de oro en Venezuela: matanzas, miseria e impunidad

21 enero, 2021

Islandia pone la primera piedra para acabar con los gases de efecto invernadero convirtiendo la contaminación por CO2 en piedras.

Por Carlos Manuel Sánchez/ XL Semanal

Hengill es una montaña mágica para los islandeses. Un diputado del Parlamento trasladó un trozo de 30 toneladas al jardín de su casa porque, según él, albergaba a una familia de elfos, las criaturas invisibles del folclore islandés, que por aquellas latitudes son como las meigas: haberlos, haylos.

Para ser más precisos, Hengill es un volcán. Y allí está instalada la central geotérmica más grande del planeta. Hellisheidi. Como en cualquier central de este tipo, el agua se inyecta en tuberías subterráneas que pasan cerca de las gigantescas bolsas de magma del volcán, donde se calienta y se envía a la capital, Reikiavik, distante unos 35 kilómetros. El vapor de agua resultante se aprovecha para mover unas turbinas que generan electricidad. Hasta aquí (elfos aparte), todo normal.

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Este proceso es bastante más limpio que el de una central térmica de carbón. Pero no es totalmente ecológico, pues el vapor de agua va mezclado con dióxido de carbono (CO2) y sulfuros, que se liberan a la atmósfera. El olor azufroso del lugar es muy característico. El bombeo del agua en la inestable corteza terrestre tiene, además, otro inconveniente. de vez en cuando provoca terremotos de hasta cuatro grados en la escala de Richter.

          Objetivo: solidificar el CO2

¿Recuerdan la erupción de otro volcán islandés, de nombre impronunciable -Eyjafjallajokull-, cuyas cenizas obligaron a cerrar el tráfico aéreo en Europa? Aquello sucedió en 2010. Unos meses después, los científicos observaron un fenómeno curioso. el agua de un río cercano se volvió blancuzca y en sus orillas se formaron unos coágulos parecidos a trozos de tiza.

El plan surgió tras la erupción del volcán que paralizó los vuelos de Europa

La extraña sustancia resultó ser CO2 solidificado. ¿La explicación? Las cenizas depositadas en el lecho del río, mezcladas con el agua (con un PH bajo) y el basalto del fondo, reaccionaban y convertían el CO2 en ‘trombos’ flotantes, algo parecido a lo que sucede en la sangre de una persona con el colesterol alto. Es un proceso geológico natural, solo que en condiciones normales suele tardar cientos o miles de años. A alguien se le encendió entonces una lucecita. Y en 2012 un equipo internacional de las universidades de Southampton (Reino Unido), Columbia (EE.UU.), Copenhague e Islandia comenzó el proyecto CarbFix, cuyos prometedores resultados han sido publicados recientemente en la revista Science.

         La contaminación no va a la atmósfera

Volvamos a la central geotérmica de Hellisheidi, sede del proyecto. Lo que están haciendo allí los ingenieros es recoger el dióxido de carbono y, en vez de dejar que se escape a la atmósfera, lo reinyectan en el subsuelo, donde se va espesando hasta convertirse en piedra caliza mediante un proceso químico natural -análogo al del río que se volvió blanco- aplastado por la presión y en contacto con el basalto, una roca volcánica, negra, porosa y con mucha capacidad para metamorfosearse, omnipresente en Islandia, una isla que básicamente es una gran torta de basalto en el Atlántico Norte. De este modo, el CO2 queda atrapado para siempre, almacenado en el interior de la montaña.

Con esta técnica, el CO2 queda atrapado para siempre, almacenado en el interior de la montaña. Y no contamina

Lo que más sorprendió a los investigadores es la velocidad del proceso de mineralización del dióxido de carbono. «Nadie esperaba que ocurriera tan rápido», explica Edda Sif Aradóttir, gerente del proyecto CarbFix. «Entre el 95 y el 98 por ciento del material inyectado se ha convertido en piedra en menos de dos años», puntualiza Juerg Matter, director científico. Ya se almacenan unas 5000 toneladas anuales, aunque los islandeses están instalando más equipos para acelerar el ritmo.

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Hay otras maneras de ‘secuestrar’ el CO2, pero la ventaja del método islandés es que una vez que lo has solidificado y convertido en roca te puedes olvidar de él para siempre.
Otras técnicas de almacenamiento más convencionales, como la inyección directa en el subsuelo, obligan a una vigilancia durante siglos, no solo por el riesgo de explosiones, al tratarse de un material volátil e inestable, sino también porque el CO2, presurizado y caliente para formar lo que se conoce como un estado ‘supercrítico’ (que posee al mismo tiempo las cualidades de un gas y de un líquido), irá buscando cualquier grieta para salir de nuevo a la atmósfera, como un genio que escapa de la lámpara. Además, es más barato.

          Un sistema muy barato

A la compañía eléctrica de Reikiavik le cuesta unos 25 euros cada tonelada capturada y enterrada, lo que supone un coste hasta tres veces menor que el de los métodos convencionales. No obstante, se necesitan fuertes inversiones en infraestructuras de prospección del suelo. «Haría falta un impuesto global al CO2 para impulsar esta tecnología a nivel mundial», según Matter.

 

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A la compañía eléctrica le cuesta 25 euros la tonelada enterrada, un coste tres veces menor que con métodos convencionales

¿Inconvenientes? Se necesitan 23 toneladas de agua por cada tonelada de CO2, lo que es una barbaridad. En Islandia sobra agua, pero no en el resto del mundo, aunque podría valer el agua del mar. Y muchas centrales están en zonas costeras. El otro ingrediente básico para considerar si esta tecnología puede ser exportable es la presencia de basalto, la roca volcánica más abundante del planeta, presente en casi todos los fondos marinos, aunque solo en el 10 por ciento de la tierra continental.

Los críticos apuntan a un problema más sutil, de mentalidad. Si los políticos consideran que el calentamiento global puede atajarse con esta técnica, podría servir como excusa para desincentivar la verdadera solución, que es reducir el uso de combustibles fósiles y entorpecer así las dificultosas negociaciones en las sucesivas cumbres sobre el clima. De momento, este método supone un modesto beneficio inesperado para algunos islandeses. El agua caliente que sale por el grifo en los hogares de Reikiavik, que abastece la central de Hellisheidi, ya no huele a huevos podridos.

          Una central en el volcán

El proyecto CarbFix convierte los gases de efecto invernadero que se producen en la central geotérmica de Hellisheidi (Islandia) en piedras.
Esta central, asentada sobre un volcán, solo libera a la atmósfera por sus chimeneas vapor de agua; el CO2 y otros gases ‘sucios’ los solidifica.

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          ¿Esta tecnología es exportable?

En el proyecto trabajan científicos de cuatro países. La idea es exportar esta técnica. Un argumento a favor es que es barata, aunque haría falta un impuesto global sobre el CO2 para financiarla a gran escala. Los ingredientes básicos son agua y basalto, omnipresentes en Islandia y en muchas zonas costeras, pero no en todo el planeta.

         ¿Qué son esas manchas blanquecinas?

Los investigadores examinan una cata realizada en el subsuelo. Las manchas blanquecinas de la roca son el CO2 solidificado. La humanidad tiene un problema con el CO2. Cada año se emiten a la atmósfera 40.000 millones de toneladas. Se están desarrollando varias tecnologías para enterrarlo, pero el método islandés es el único que lo convierte en una roca estable que se puede almacenar sin riesgo de fugas ni explosiones. De momento solo se almacenan 5000 toneladas anuales. Pero por algo se empieza…

         Así se convierte el CO2 en piedra

La quema de combustibles fósiles libera dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, un gas que atrapa el calor y contribuye al calentamiento global. La planta geotérmica de Islandia convierte este gas de efecto invernadero en roca basáltica. Así funciona.

Imprimir                                   Infografía: Sergio Arango

1 octubre, 2018