La campa L’Españal muestra sus secretos

La excavación en el yacimiento, de 6.000 años de antigüedad, desvela que el complejo funerario era mucho mayor de lo esperado

La campaña de excavaciones en la campa L’Españal, en San Martín del Rey Aurelio, en la que se han encontrado dos cámaras funerarias -una de 6.000 y otra de 5.000 años de antigüedad- está a punto de finalizar. Y lo hará con varias novedades. Entre ellas, que el complejo funerario era mucho más amplio de lo previsto: en principio se habían excavado unos 75 metros cuadrados, pero ahora ya hay levantados 166. También se han hallado objetos “de la vida cotidiana”, algo que no es tan usual en este tipo de yacimientos. “De esta época conocemos mejor cómo morían, sus ritos y costumbres funerarias, que su día a día”, explicó la directora de la excavación, Covadonga Ibáñez.

Izquierda Maria Edita Garcia_derecha Emili Blanco

Viendo la excavación, ahora es mucho más sencillo imaginarse cómo era la zona hace cinco mil años. Un perímetro circular de piedras hacían la función “de un zócalo”. Sobre ellas, y tapando el círculo, estaba la tierra, y coronando el complejo, la tapa de las cámaras funerarias. Esta sería la única parte de las tumbas que era visible a simple vista. Las piedras que formaban ambas cámaras se encontraban en el interior del túmulo. El paso de los milenios las derrumbó, pero una causalidad, en 2016, durante los trabajos de plantación de unos árboles. Ese verano se excavaron 28 metros cuadrados, y salió a la luz la primera cámara funeraria. En trabajos posteriores se descubrió la segunda, y se las dató mediante la prueba del carbono 14: Una era del 4.000 antes de Cristo, y la otra, del 3.000 A. C. Dentro había objetos, entre los que destacaba un cuchillo de sílex. Eran ofrendas funerarias. 

Izquierda a derecha_ Abel Mendez, Maria Edita Garcia, Emilio Blanco, Marina López, Rodrigo Díaz

Este año, en la segunda campaña, también se han hallado objetos, dos “machacadores”, piedras “de cuarcita, sacadas del río” que se usaban para triturar cereales o bellotas. “Son piedras que aquí están fuera de contexto y tienen las marcas de su uso”. En esta época los poblados eran “estacionales, usaban materiales ligeros” y, por ello, apenas quedan restos de su vida diaria. “Sí conocemos mucho de la forma en la que morían”, construyendo complejos como el de L’Españal.

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Es probable que el año que viene la excavación siga, para poder terminar de conocer sus secretos.

Texto – Luisma Diaz / La Nueva España

Fotos – Covadonga Ibáñez

AHM

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